viernes, 10 de abril de 2009

Crónicas

Cuando la Fotografía se hizo cine

Cuando un operario de Edison, el 9 de enero de 1894, estornudó frente a su cámara recién inventada por Dickson, la fotografía se hizo cine. Esa primera imagen en movimiento se pudo ver, poco después, espiando individualmente por la mirilla de un aparato, el Kinetoscope, en cualquier salón de atracciones de Nueva York.

Entre tanto, los hermanos Lumiere, en Francia, patentaban su "cinematographe" con fecha 13 de febrero de 1895, difundieron en privado su invención científica y el 28 de diciembre del mismo año asombraron a los escasos espectadores del sótano de un café‚ en la rue des Capucines, mostrando la diaria salida de los obreros de su fábrica en Lyon, en pos del almuerzo, a pie, en bicicleta, silenciosos o conversando, mientras un perro distraído alcanza a ser descubierto por el lente avizor de la inmóvil cámara instalada, como testigo, frente a los portales del establecimiento.

Otros precursores, en otros países se llamaron Freese-Greene, ltalo Pachioni, Max Skladanovsky y las flamantes pantallas se poblaron de imágenes titilantes y a veces no muy nítidas, repitiendo salidas de obreros, llegadas de trenes a estaciones casi solitarias, botaduras de barcos, ceremonias presidenciales, coronaciones de zares, regatas en Henley, carreras de caballos en Epson, paisajes más o menos lejanos y exóticos, alguna escena histórica reconstruida como mera lámina de texto escolar y aún la vida cotidiana sorprendida en fugaces imágenes o la reiterada broma del regador regado, el viajero desvalijado o la censurada danza del vientre de Fátima, en Coney lsland, en 1897.

La tarea de rescate, por suerte, ha venido intensificándose en los últimos años, pero la búsqueda es penosa, la selección difícil, la entrevista eludida y hay que esquivar la fecha falsa, el nombre equivocado, él titulo confundido, la noticia inventada, el rumor inservible, la trivialidad y la mala memoria. Es, sin embargo, el único camino, incierto, peligroso, impreciso, trabajoso que puede desembocar en la pregunta concreta:” ¿cuál fue la primera película filmada en la Argentina?". Nadie se atrevería con una respuesta irrebatible.

Los primeros rastros, nos llevarían hasta la calle Bolívar 375 donde una placa colocada por la Cinemateca Argentina, informa que de la Casa Lepage, allí existente, salieron a la venta las primeras filmadoras en 1896, o al Archivo General de la Nación donde se pueden proyectar las temblorosas imágenes de la llegada del presidente electo del Brasil, Campos Salles, a nuestro país, el 24 ó 25 de octubre de 1900. O a la Cinemateca Argentina donde se atesora un documento científico de increíble mérito: una difícil operación de corazón por el Dr. Alejandro Posadas en los albores del siglo. O al Museo Municipal del Cine donde, entre aparatos, documentos, fotografías, libros, grabaciones, escenografías, vestuario, copias de películas, diapositivas, etc., varios actores no identificados se convierten en los próceres de Mayo de 1810 para un primitivo histórico. Y aún esa recorrida inicial podría extenderse hasta Pablo Ducrós Hicken, pionero, cineasta, historiador y pintor para observar su cuadro sobre "El fusilamiento de Dorrego" único testimonio de la existencia de un clásico entre, los primitivos argentinos, filmado en 1908 por Mario Gallo, italiano de origen, pianista de café‚ que encontró en la historia su temática preferida.

En aquella casa de Bolívar y Belgrano, hoy vacía, convivían con la magia flamante del cine el barón belga Henri Lepage, su fundador en 1891; un austriaco de gran visión comercial, Max GIücksmann, que pasó pronto de empleado a gerente y de socio a propietario, y alguien que se desplazaba por el negocio sin prisa, con mirada ágil, en actitud inteligente, como si estuviera seguro de que esos extraños aparatos significaban la posibilidad de encerrar la realidad y lograr que ningún personaje, captado por sus lentes, escapara a la muerte definitiva, la del olvido o de la fotografía estática. El francés Eugenio Py llegado a la Argentina en 1888, trabajó en el ferrocarril y en 1893, en San Martín, inició su vocación instalando un estudio fotográfico.

Incorporado en 1895 a la Casa Lepage, cuando llegan al país las cámaras Pathé‚ y Gaumont-Demeny, presumiblemente en 1896 ó 1897, Py se convierte en el primer operador oficial y se entretiene filmando con técnica incierta y mirada apenas turística, calles y paseos, la plaza de Mayo, el Cabildo, la Avenida de Mayo y tal vez a manera de saludo a su nueva patria, una flamante "bandera argentina", como símbolo de una fe auténtica en un país, donde ya vive también su esposa y donde su pequeña hija Elizabeth, de 19 años, hereda su pasión por el cine y dedica su tiempo a enseñar los secretos del nuevo arte: filmar, revelar, ampliar, revisar, compaginar.

Muchos creen que Eugenio Py filmo para nuestro cine su primera película “La Bandera Argentina”, en 1897. Otros no lo saben, pero tampoco consta una desmentida formal de los historiadores del cine local. ¿Por qué, no aceptar que efectivamente, Py quiso inaugurar su primera cámara captando el símbolo de una bandera como portada para un mundo nuevo: el de la imagen cinematográfica?

A.J. Rolando Fustiñana (Roland)
Breve antología de los pioneros de Aquellos Tiempos del Biógrafo
Museo Municipal del Cine Pablo C. Ducrós Hicken - Setiembre 1980

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